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jueves, 15 de enero de 2015

La soledad en mi vida y la destrucción abominable

La soledad en un hombre de verdad está a un nivel totalmente diferente del que pueden asimilar o entender las demás personas. En definitiva no hay una soledad más grande y desesperanzada que esa.

Cuando tenía 18 años, literalmente me había rendido a todo contacto y compañía humana.... en aquél entonces, sabía que no podía esperar nada bueno de los demás, y me había hecho la firme creencia de que cuando mucho lo que recibiría serían maltratos y agresiones, así como intentos de destrucción a menos de aquellos para los que mi sola existencia significare un estorbo o una amenaza para alcanzar sus objetivos o cubrir con sus necesidades y caprichos. Las cosas llegaron al punto en que sabía que sólo me deparaba la tristeza y la destrucción... y pese a ello no me dejé vencer por la vida, aceptando las cosas como un echo inevitable. Un buen día decidí forzar a mi propia mente a alimentarse de todo el odio y la maldad que me demostrasen las demás personas, para transformarle en la alegría y la felicidad que tanto necesitaba, tal y como si al recibir la oscuridad de los demás, yo mismo la transformase en la luz resplandeciente que siempre había deseado y que ya me había cansado de esperar.

Poco a poco me volví fuerte mentalmente, inquebrantable, imbatible, nada ni nadie podía siquiera herirme, ninguna pérdida, y las tuve (y muy fuertes, por cierto), ninguna agresión, y las viví fuerte mente una y otra vez hasta que las personas comenzaron a temerme por no quebrantarme jamás, y ninguna necesidad, aunque mi mente amara y deseara con todas sus fuerzas algo, ese algo lo asimilaba como un constructo nacido de mi ser, y como tal lo reabsorbía en él. Lentamente fui perdiendo cualquier deseo o sensación de necesidad que estuviese más allá de mi propio ser y mi propia mente, e incluso la interacción con otros seres humanos se volvió meramente accesoria y utilitaria. Nada, ni nadie me movía: era un hombre de verdad, con una soledad abismal, como pocas veces se ha visto en la tierra.

Desafortunadamente, circunstancias externas a mi ser, y el ablandamiento de mi alma... o más bien mi ingenuidad al buscar puramente la paz y la felicidad como el estado primordial de mi ser, para alcanzar esa iluminación cuyo deseo y anhelo fui desarrollando con cada insulto, con cada humillación, con cada desprecio, con cada golpe, traición e intento de destrucción que recibí.... hizo que volviera a confiar en los demás mientras trataba de dar nacimiento a una luz que no se extinguiese por más oscuridad y destrucción que recibiese de los otros... traté de transmitir la paz y el amor que había alcanzado en mi soledad absoluta, pero al confiar nuevamente en los seres humanos, sea por equivocación, sea por descuido, sea por algún fallo en mi camino de evolución, fui literalmente destruido hasta perder incluso aquella única cosa a la que no había renunciado.... nuevamente confié y fui desquebrajado hasta el punto en que también perdí mi propio ser.... mi memoria... mis recuerdos... fueron borrados y extinguidos hasta el punto en que no podía recordar casi nada, ni a nadie..... Volví a nacer en absoluta agonía y tristeza, en absoluto abandono y destrucción.... y ahora ni siquiera me tenía a mí mismo para poder hacer frente a estas cosas.... Justo así, cuando tenía 20 años entré a la universidad, y justo así es que pasé dos años enteros de absoluto infierno a manos de gente normal, cuya monstruosidad, vanalidad, hipocresía, perversión y maldad no distan mucho del promedio, pero que se desataron a niveles insondables una vez que vieron a un ser tan desquebrajado y debilitado, como yo. Fue ahí Alejandra Flores Gonzalez de Salceda, que tu fulguraste un esquema de burla, sadismo, mezquindad, desolación y traición.... no fuiste mejor que aquellos seres tan atroces y mezquinos a los que llamaste amigos, sino que, por el contrario fuiste mucho peor que ellos, a pesar de que a sus espaldas hablabas como en trance, de la desesperada e increíble hipocresía y atrocidad con que convivían aquellos futuros terapeutas..... Admito que fui yo, quien, en mi estado tan deplorable, incitó de cierto modo a los otros a decir y hacer todo lo que dijeron e hicieron en mi contra... era fácil pisotear los fragmentos regados de un corazón hecho polvo.... pero tu fuiste más allá y con insidias, chismes, difamación, traición, manipulación y abominación total provocaste que aquellas personas que no distan de la normalidad, se convirtiesen en una especie de bestias salvajes en busca desatar su odio y destrucción en alguien que no se defendiese.... Fuiste tú quien trajo tanta destrucción sobre una vida que ya había sido prácticamente extinguida.... Francamente te odio y te maldigo... no puedo dejar de hacerlo a pesar de los años.... sólo espero que si tu egocentrismo alguna vez te hace llegar hasta este escrito buscando tu nombre en la red, te des cuenta y recuerdes la clase de monstruo salvaje y demoniaco que fuiste algún día para mí.



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